Habitar el juego como derecho, experiencia y creación
¿Qué entendemos por Escenario Lúdico? ¿Y qué por Espacio Lúdico?
A menudo se usan como sinónimos, pero no lo son. Nombran cosas diferentes, aunque no necesariamente opuestas. Mientras que el espacio lúdico remite a la construcción de un entorno en donde sucede el juego libre, el escenario lúdico es una construcción simbólica, situada y contextual, una experiencia para ser habitada desde la ficción.
Como señala el cuadernillo Los espacios lúdicos como lugares de promoción de derechos (Guardia y Arrausi, 2016):
“Los espacios no pueden disociarse de las prácticas e intercambios que en ellos suceden; y son estos usos los que los convierten en lugares. Hablamos de lugares cuando un espacio cobra un significado, es utilizado “para” y suceden experiencias, hechos que le otorgan identidad y los convierten en lugares de pertenencia”.
Desde esta perspectiva, un rincón en el aula con materiales diversos puede no ser un espacio lúdico si no es apropiado simbólicamente por quienes lo habitan. Y a la vez, un pequeño espacio puede convertirse en un escenario lúdico, si es transformado en un entorno ficcional.
Lo importante no es tanto dónde se juega, sino cómo se habilita ese jugar.
¿Cómo diferenciarlos?
Un espacio lúdico es una propuesta permeable, con materiales abiertos y accesibles, libertad de movimiento y exploración sin consignas. En cambio, un escenario lúdico es una ambientación simbólica, con un marco ficcional y cierta estructura para que se desarrolle el juego dramático.
El juego como derecho
Tanto los escenarios lúdicos como los espacios lúdicos se enmarcan en el derecho al juego, reconocido por la Convención sobre los Derechos del Niño (1989) y reafirmado por la Ley Nacional 26.061 en Argentina.
“El juego es central en la constitución de la subjetividad. A través de él, los niños y niñas se apropian de la realidad social y cultural que los rodea y pueden transformarla” (Vygotsky, citado en Guardia & Arrausi, 2016, p. 22).
Esta perspectiva nos invita a superar la idea del juego como simple actividad de “tiempo libre”, para pensarlo como práctica fundante: jugar es un modo de habitar el mundo, de ensayar roles, de resolver conflictos simbólicamente, de crear comunidad.
Un docente que observa, escucha, habilita, acompaña y guía se convierte en un facilitador lúdico. Es decir, alguien que cuida el encuadre, pero no interfiere en la poética del juego.
En estos escenarios, las y los niños no solo juegan: ensayan el mundo.
Espacio Lúdico – Juego libre y exploración

Es un entorno preparado con materiales no estructurados ni con fines predeterminados (por ejemplo: telas, cajas, maderas, elementos sueltos). Estos materiales están disponibles para ser explorados y resignificados libremente por las y los estudiantes. Se trata de una modalidad de juego libre, donde cada niño/a puede transformar el espacio, organizarlo, combinar materiales y darles un uso simbólico propio. Se favorece la autonomía, la exploración personal y el juego espontáneo: simbólico, motriz, de construcción, etc.
Características:
- Se centra en el proceso, no en un tema.
- No está necesariamente vinculado a una ficción o narrativa.
- El juego surge de la interacción con los materiales y el entorno.
- Promueve el derecho a la exploración, la imaginación y la creación personal.
Escenario Lúdico – Juego dramático y ficción

Es un espacio escénico-dramático ambientado con una escenografía o elementos temáticos que remiten a un universo ficcional (ej: un castillo, un mercado, una nave espacial). Se concibe como un escenario tridimensional pensado para ser habitado, transformado y dramatizado por las y los estudiantes. Se juega en él una construcción simbólica colectiva: un ‘como si’ sostenido por el deseo de jugar.
Características:
- Favorece el juego dramático libre: los niños y niñas eligen roles, crean argumentos, inventan diálogos e interactúan con otros personajes.
- Está orientado a la ficción, estimula la narrativa, la representación y la construcción colectiva de sentido.
- El/la docente propone un marco, un punto de partida (tema, escenografía) o una guía mediante la palabra, pero el relato lo desarrollan los y las participantes.
- Promueve la empatía, la expresión simbólica y el pensamiento divergente.

Claves para diseñar escenarios lúdicos y espacios lúdicos
- Habilitar materiales diversos.
- Respetar los tiempos del juego.
- Dar permiso para “jugar a ser” distintos tipos de roles: tanto bondadosos como malvados.
- Observar y guiar pero sin dirigir. Intervenir sin invadir.
- Invitar a abrir el juego y también a darle un cierre.
- Hacer lugar al conflicto, al caos, a lo imprevisible
Conclusión
Los espacios lúdicos y los escenarios lúdicos no se imponen: se construyen con otros, en diálogo, en juego, en comunidad.
Crear las condiciones para ese juego es también una forma de hacer pedagogía poética.
¡A jugar se invita, siempre!
Estos espacios de juego ofrecen una gran oportunidad para que los y las estudiantes habiten el universo ficcional desde la curiosidad, la metáfora y el encuentro.
Porque el derecho a jugar no es accesorio: es estructurante.
Porque jugar no es un premio. Jugar es un derecho. Y los espacios y escenarios lúdicos son, también, escenarios de libertad.
A veces basta un rincón, un gesto, una tela o una pregunta para abrir un mundo.Lo importante es que el juego suceda. Y que haya alguien allí que lo habilite, lo escuche y lo celebre.

Referencias
- Méndez, M. F. (2013). Escenarios lúdicos y de aprendizaje: Re-pensando la organización de talleres (1.ª ed.). Buenos Aires: Ediciones Puerto Creativo.
- Guardia, V., & Arrausi, L. (2016). Los espacios lúdicos como lugares de promoción de derechos. Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia – Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER).
- Naciones Unidas. (1989). Convención sobre los Derechos del Niño. Asamblea General de las Naciones Unidas.
- Congreso de la Nación Argentina. (2005). Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes. Boletín Oficial de la República Argentina.